Hola Rafael. Gracias por reunirte conmigo. Como te decía por teléfono, mi amigo Juan y yo hemos estado conversando recientemente sobre algunas grandes inquietudes en la vida. O sea, asuntos de Dios, el Cielo, la Biblia, etc. Juan me dijo que tú habías pensado e investigado mucho estos temas y posiblemente me podrías ayudar a procesar mis pensamientos.
Claro que sí, y me da mucho gusto. Me alegra haber encontrado una oportunidad que nos convenga a los dos. Juan me habló muy bien de ti. Considero un gusto conocerte y poder hablar contigo.
Recuerdo que me dijiste que hoy solo tienes una hora y que en el futuro podríamos conversar más si yo lo deseaba. Si no te molesta, me gustaría que hoy nos enfocáramos en unas preguntas que apunté en un listado, sobre mis mayores inquietudes. Creo que unas respuestas rápidas nos ayudarán a trazar la dirección de consideraciones más profundas en el futuro.
Me parece bien, con tal de que aclaremos que las respuestas rápidas son incompletas y requieren un procesamiento más adecuado.
Entiendo. Pero estas inquietudes me han molestado por tanto tiempo, que creo que por lo menos una respuesta breve me dará alguna idea de si existen o no respuestas, y por dónde buscar con más profundidad. Entiendo que hasta has moderado grupos de discusión en los cuales se anima a las personas a hacer preguntas muy francas, sin necesariamente llegar a estar de acuerdo al final de una sesión.
Sí, creo que es muy importante el poder llegar a “estar de acuerdo en estar en desacuerdo”, en una forma agradable y respetuosa. Aun antes de que me expreses tus inquietudes, tengo una idea de cuáles son, y es porque yo mismo las he tenido.
Me identifico contigo porque he luchado durante muchos años, y de hecho, todavía sigo luchando, con esas inquietudes. Pero al mismo tiempo, creo que he encontrado respuestas suficientemente satisfactorias para proveerme cierta paz tanto intelectual, como emocional y espiritual.
Una de las cosas que me ha motivado es el deseo de salvaguardar mi integridad intelectual y no cometer un “suicidio intelectual”. He aprendido cosas que me han ayudado y espero que sean de beneficio para ti también. Por su puesto no voy a poder contestar a todas tus preguntas, pero estoy dispuesto a hacer lo posible.
Aprecio mucho tu franqueza conmigo. Me alivia que hayas luchado intelectualmente al igual que yo. También me parece bien la idea de que se pueda tratar el tema de la fe en una forma razonable.
Hablando de “fe”, una de las cosas curiosas que he observado durante varios años, es que estoy convencido de que TODOS, aunque no nos demos cuenta, tenemos FE en alguna filosofía de la vida, la que algunos llaman su “cosmovisión”.
¿Cosmovisión? … ¿Qué significa ese término?
Sencillamente, una cosmovisión es lo que responde a nuestras inquietudes más grandes en la vida. Hablo de las preguntas como ¿de dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo debemos vivir ahora? y, por su puesto, ¿Qué nos pasará cuando muramos?
¿Quieres decir que las respuestas a estas grandes inquietudes están basadas en nada más que la fe?
No, no. Eso no. Pero sí que todos tenemos una cosmovisión que involucra aspectos de la fe. Y después de pensarlo mucho, estoy convencido de que una buena cosmovisión debe cumplir unos criterios importantes.
¿Por ejemplo?
Primero, es importante que tenga coherencia racional, o sea, debe ser lógica, razonable e internamente consistente. Segundo, me parece que una cosmovisión buena debe coincidir bien con las evidencias externas, o sea, con los hechos. Tercero, creo que una cosmovisión buena debe funcionar en coordinación con nuestras experiencias. Es decir, que es posible vivir de manera consecuente con la cosmovisión, y esa misma debe producir lo que promete producir. Y yo he llegado a la conclusión, Eduardo, de que en contraste con otros sistemas religiosos el cristianismo cumple estos tres criterios en una forma única, singular.
Admito que buena parte de nuestra conversación actual se deba a lo que he visto en nuestro amigo Juan. Durante los últimos años él ha cambiado mucho. Ahora parece tener una paz, una tranquilidad que yo no notaba antes en su vida. Y francamente, le tengo un poco de envidia.
¿Ves? Este es el tercer aspecto de una buena cosmovisión: el factor satisfacción.
Hmm. Me parece bien. Pero recuerdo que el tiempo que me ofreces hoy está limitado. Así que… ¿podemos arrancar con las preguntas de mi lista?
Claro que sí, Eduardo. Intentaré limitar mis respuestas a solo lo esencial. Trataré de darte respuestas sencillas y breves. Podemos profundizar con más detalles si así deseas. ¿Cuál es tu primera pregunta?
