4 ¿No es la creencia en Dios nada más una muleta psicológica?

4 ¿No es la creencia en Dios nada más una muleta psicológica?

Eduardo:

Gracias, voy a buscar estos libros para empezar a leer. Y tengo que admitir que sería lindo que existiera un Dios. Simplificaría la vida en cierto modo. O sea, los conceptos de bien y mal tendrían sentido, habría un propósito y significado en la vida… todas esas cosas que has mencionado. Y si los milagros ocurrieron y si Jesús de verdad volvió a la vida después de la muerte, podría ser que haya un propósito en la vida más allá del presente y del ahora. Y una vida en el cielo después de esta vida llega a ser una posibilidad real.

Rafael:

A mí me suena muy bien todo esto.

Eduardo:

SÍ, pero esta es justamente mi inquietud. Creo que hemos inventado todas esas cosas para que nos hagan sentir bien. Recuerdo a un profesor de la universidad, quien nos explicó con mucha claridad que la FE en realidad no es nada más que una muleta sicológica, francamente para gente débil. Así que mientras más fuerte es uno, menos necesita la religión.

Rafael:

Bueno, Eduardo, tengo que admitir que es posible que la FE no sea nada más que una muleta sicológica. 0 sea, deseamos que algo sea verdad y por eso lo inventamos para responder a nuestra necesidad sicológica. Es una posibilidad. El hecho de que alguien desee que algo sea verdad y esto produzca un sosiego benéfico en él, no lo hace verdad.
Ahora, en este punto tendría que añadir que esta crítica se aplica no solo a las personas que creen que SÍ existe un Dios, sino también a las que creen que NO existe Dios. Por ejemplo, en un artículo escrito por el famoso autor Aldous Huxley, al defender su ateísmo, dijo que él no quería que existiera un Dios porque interferiría con su libertad sexual y sus decisiones morales. Esta confesión es muy reveladora. Pero el mero deseo de Huxley de que no existiera un Dios, no significa y no hace que no lo haya.

Eduardo:

Buen punto. Es justo aplicar el mismo criterio a ambos lados.

Rafael:

Pero, por el otro lado, es importante reconocer que el mero hecho de que deseemos que algo sea verdad y que saquemos algún beneficio sicológico de ello, tampoco prueba que NO SEA VERDAD. Pensemos en alguien que está pasando una noche horrible de enfermedad y desesperadamente desea que amanezca. Que lo desee no significa que no amanezca. Así que, por un lado, el deseo de que algo sea verdad no prueba que en realidad lo sea. Pero por el otro lado, no prueba tampoco que sea falso. La pregunta clave es: ¿cuál es el objeto de la FE de uno? ¿En qué confía uno?

Eduardo:

Espera un minuto. Lo que yo he oído y creído durante muchos años es que “no importa LO QUE CREAS con tal de que CREAS”. Así que, ¿de qué hablas en cuanto al objeto de la FE? ¿Por qué dices que el objeto es importante?

Rafael:

Eduardo, una vez leí una historia que ilustra mi punto, y la historia es esta: dos amigos salen de cacería en un lugar de clima frío y en pleno invierno se hallan dentro del bosque. Uno de ellos es un cazador experto y el otro es un novato. Al atardecer, el experto se da cuenta de que se está acercando una tormenta y si no regresan a casa rápido, estarán en un apuro grande. Así que sin más demora propone tomar el atajo que implica cruzar el lago a pie, y regresar. Bueno, pues el novato está muerto de miedo.

Eduardo:

¡Igual que lo estaría yo en tales circunstancias!

Rafael:

Claro, el hombre no está acostumbrado a estas situaciones, y no cae en la cuenta de que en pleno invierno el hielo de la superficie del lago tiene casi un metro de espesor.

Eduardo:

Sí. Ahora que lo mencionas, he visto documentales en la televisión que muestran camiones muy pesados andando sobre carreteras de hielo para llegar al destino de sus cargas.

Rafael:

Bueno, el novato está asustadísimo, pero su amigo ya ha salido camino a casa, así que va probando la superficie del hielo desde la orilla: pone el punto de su bota con cuidado, luego un poco más de peso… y poco a poco va cruzando todo el lago, hasta llegar a casa.
Bueno, pues pasan unos meses y los dos amigos vuelven a salir a finales del invierno. Esta vez no hay tormenta ni apuros, pero el novato se acuerda de cuando cruzó el lago sobre el hielo y de lo bien que le fue, y dice: ‘Oye, de regreso a casa ¿por qué no tomamos el atajo por el lago como aquella vez?’
Su amigo, el experto, le responde: ‘¿Con ese hielo? ¡Ni hablar!’ Han cambiado las condiciones, y el hielo ya no tiene el mismo espesor. Se lo intenta explicar al novato, pero éste no escucha y decide cruzar de todas formas. Sale al lago… y a pocos metros de la orilla se quiebra el hielo, el novato cae al agua, y su amigo tiene que rescatarle.
Bien, entonces: en el primer caso el novato tiene una fe floja, pero el objeto de su fe es fuerte y sólido, por lo que llega al otro lado del lago. En el segundo tiene una fe muy sólida, pero en un objeto endeble, así que no llega al otro lado. La validez del objeto resulta más importante que el vigor de la fe.
Rafael: Así que el OBJETO de nuestra FE es tan importante como la FE misma. Y me parece que esta ilustración del hielo en un lago resalta la necesidad de identificar justo qué es el OBJETO de nuestra FE y luego ponerlo a prueba ANTES de poner nuestra confianza (o Fe) en él. Si no consideramos el objeto de nuestra FE antes de poner nuestra confianza en él, corremos el riesgo de caer en algo no digno de nuestra FE y que nos pueda fallar.

Eduardo:

Estoy de acuerdo. Pero el hielo es un objeto físico, Rafael, y con el hielo se puede tomar una muestra, medir el espesor, y averiguar si es sólido o no. ¿Cómo se aplica eso a la fe en Jesucristo? ¿Cómo determinar si él es un objeto de la fe válido?

Rafael:

Bueno, Eduardo, en la FE Cristiana el OBJETO de nuestra FE es Jesucristo mismo. Creemos que Él vivió, que murió en la cruz y resucitó de entre los muertos. Y si examinamos este OBJETO, si la resurrección de Jesús es realmente un evento histórico como hablábamos hace algunos minutos, entonces nuestra FE (sin importar si es una FE fuerte o débil) descansa en un OBJETO sólido, y Jesucristo es capaz de cumplir lo que prometió. El concepto de un día llegar al cielo es una consolación maravillosa al considerar la certeza inevitable de nuestra muerte algún día. Pero si Jesús venció la muerte -si esto realmente ocurrió-, entonces nuestra consolación, paz y tranquilidad están basadas en la realidad, en un OBJETO sólido, no solo en un deseo o una esperanza sin base alguna.

Eduardo:

Así que la segunda pregunta que te hice acerca de si son posibles los milagros, y también este asunto de que la religión sea una muleta sicológica, ¿las dos cosas dependen de si la resurrección es un hecho histórico o no?

Rafael:

Sí, efectivamente.

Eduardo:

Dime. ¿Cómo se titulan estos libros que me mencionaste?

Rafael:

Un se llama El Caso de Cristo, de Lee Strobel. El otro es Evidencia que Demanda un Veredicto, de Josh McDowell.

Acabas de escuchar la versión resumida.
Sin embargo Eduardo y Rafael han tocado otro temas muy relevantes, te invito a escuchar el dialogo extendido.